Fui víctima de Abusos Sexuales en la Infancia

Rabia…a veces siento rabia

Siento rabia interna 

Siento deseos de destruir, de golpear, de gritar…de lo que más, de huir, de desaparecer.

Hoy es uno de esos días. Siento la impaciencia en la maternidad, mi pareja me avisa todo lo suavemente que puede…y me voy, me voy delante del ordenador con la hoja en blanco y escribo: 

“Rabia…a veces siento mucha rabia…” 

De repente, mi mente me traslada al hogar de mi infancia, la emoción que hace de vehículo para llegar allí es la rabia y el deseo de huída que siento.  

Desear huir, desear poder llegar al final del día para amorrarme al biberón, metida en el canasto de las mantas, mi refugio. En todo el día, el lugar donde más segura y nutrida me sentía. Con las mantas y el biberón. 

Recuerdo como mis hermanos se reían y me hacían bromas por ser “mayor” para seguir tomando el biberón. Mis padres me lo intentaban quitar, pero yo me revelaba con todo lo que tenía.

Desde fuera se veía una niña de 6-7 años que aún necesitaba el biberón de antes de irse a dormir, era muy fácil hacer la lectura de que el problema era yo o lo tenía yo, pues ya no era lo “normal” a esa edad, la mayoría de niñas/os no lo hacían. 

Desde la adulta que soy, sé que tampoco era nada “normal” lo que estaba viviendo, abuso sexual tras abuso sexual con amenazas de tortura y muerte para quienes más quería si se me ocurría hablar.

El biberón era mi ancla.

Me anclaba en el silencio de los gritos de desesperación que desgarraban mi interior. Por fuera no se escuchaba nada.

El biberón me recordaba que había conseguido sobrevivir un día más y era mi recompensa después de la batalla del día a día. 

Una batalla que, con mi mente de niña, ni siquiera entendía. 

Mi sistema nervioso, permanentemente en estado de alerta, menos en ese momento donde me resguardaban las mantas y el calorcito del biberón. 

Escribo estas palabras y me tiemblan los ojos, la mirada de adulta a la niña no siempre es fácil de sostener. Cuánto dolor, sadismo, soledad e incomprensión cruzó la niña que fui. 

Fue tanto, que la niña que fui no supo seguir viviendo si no era olvidando, bloqueando…como muchísimos otros niños y niñas abusados. 

“Olvidar no es ni bueno ni malo. Cada persona sobrelleva sus situaciones como puede. Eso hace que cada uno, consciente o inconscientemente, escoja la forma de sentirse más protegido. Y esa fórmula pasa muchas veces por olvidar”, explica Pilar Polo, psicóloga de la Fundación Vicky Bernadet, una institución que atiende desde hace más de 10 años a víctimas de abuso sexual.

30 años bloqueé memorias.

Fui víctima de abusos sexuales en la infancia

Creéis aquello de: “ojos que no ven, corazón que no siente?”, pues nada más lejos de la realidad. Esos 30 años mi vida estuvo plagada de ansiedad, depresión, estrés crónico, continuos pensamientos de suicidio, baja autoestima y un tan largo etcétera que un terapeuta lo resumió en una frase:

“Marisa, eres un milagro. Es un milagro que, con tu bagaje, estés viva.” 

Entre un 20% y un 25% de las mujeres, y entre un 10% y un 15% de hombres españoles han sufrido abusos sexuales en la infancia. 

Hay seguro muchísimos otros milagros por ahí.

¿Cuántas personas se sentirán lo suficientemente sanadas? ¿Cuántos seguirán sufriendo las consecuencias? ¿Cuántas recordarán y cuántas (todavía) no? ¿Cuántas no saben por qué a veces se convierten en los padres y madres que no quieren ser? ¿O proyectan sus heridas en su pareja? ¿O tienen problemas con la comida/con su sexualidad/___________?

La herida de abuso sexual infantil es profunda y muy compleja. 

En mi caso, he trabajado de forma multidisciplinar para sanar: psicólogos/as, terapias naturales, coaches, liberando el trauma del cuerpo…

He entrado en las más profundas sombras, he mirado de frente a los más terribles monstruos para recuperar a la niña que fui, que en tantos pedazos se rompió.

Cual obra de Kuntsagi ahora mi ser es aún más fuerte, flexible y resiliente. Mi niña se siente segura y confiada y ya no se calla. 

Es más, mi niña se conoce tan bien los laberintos de las sombras que ahora guío a otras mujeres a que recuperen los pedacitos de sí y hagan lo propio a su personal e intransferible forma. 

Y sí, a veces, algo se activa y siento rabia o tristeza o dolor…y sé qué hacer para ayudarme en ese momento. 

Como ahora, pues…ya he dejado de sentir rabia. 

Si tu también has sido víctima de abusos sexuales en la infancia o de adulto/a ayúdame a liberar el estigma y el silencio que todavía hay alrededor, habla, escucha, comparte y, si has resonado conmigo y quieres sanar, aquí está mi mano tendida

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