Cuando el dolor irrumpe tu vida

Marisa Ruiz Coach cuando el dolor irrumpe tu vida

“Hay una grieta en todo, así es como entra la luz”

― Leonard Cohen

¿Cuántos/as de vosotros/as habéis experimentado momentos Tsunami en vuestras vidas?

Me refiero a esas heridas/situaciones/personas…que sientes te desgarran por dentro,

que sientes que ya jamás podrás volver a ser lo que eras,

que sientes que te rompes cual vasija que se estrella contra el suelo.

Y en esos momentos te inundan las emociones

de dolor

de rabia

de frustración

de soledad

de desamparo

de odio

de ____________

Te encuentras que quisieras poder huir

huir de tu situación

huir de tu vida

huir incluso de tu propio cuerpo

Y sientes que jamás volverás a sentir paz.

Escúchame bien y mírame a los ojos cuando te digo:

La Paz está al otro lado de la montaña.

Está, lo sé, porque la he visto.

Porque, si miras atrás, verás que en tu vida ha habido otros tsunamis.

Y los has superado.

E, idealmente, has aprendido, has crecido. Y te has convertido en una mejor versión de ti.

Eso sí, hay que cruzar Mordor primero.

Hay que cruzar las emociones.

Date permiso a pasar el proceso

A sentir el dolor, la rabia, el odio incluso…

Observa sin actuar desde esas emociones

Las emociones son el mar y tú el barco.

Respira.

Déjate acompañar.

Hace falta valentía y coraje para pedir ayuda.

Sé valiente por ti y por todos/as los que te quieren.

Evita encerrarte en tu silencio, escapar de tus emociones es como poner veneno en un gotero, te va matando poco a poco.

Usa el arte del Kintsugi para cicatrizar las heridas.

El Kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y se muestran en lugar de ocultarse.

Metafóricamente, la herida pasa de ser un trazo de oscuridad a ser una ventana de luz.

El arte japonés Kintsugi nos enseña la manera de encontrar el verdadero valor de las personas. Este valor no está en su perfección sino precisamente en sus imperfecciones; pero, sobre todo, en su reparación. Junto a todas sus cualidades, transforma a las personas en seres dignos de admirarse.

“Del sufrimiento han surgido las almas más fuertes, los caracteres más sólidos están plagados de cicatrices.”

Jalil Gibran

Le tenemos tanto miedo al dolor que, muchas veces, preferimos quedamos estancados/as en la evitación, en la superficie, en el mantenernos muy ocupados/as, en las excusas, en los balones fuera…en lugar de embarcarnos de ello hacia el dolor.

¿Sabes? La mayoría de las veces, el dolor emocional te está indicando la dirección hacia dónde te tienes que dirigir si quieres:

a) Tomar conciencia de esa/s herida/s emocional/es que te llevan a generar, por ejemplo, conductas ansiosas o patrones nocivos y limitantes.

b) Tomar responsabilidad:

“La/s herida/s seguramente no fueron culpa mía, pero sí es mi responsabilidad el sanarlas”

Marianne Williamson

c) Tomar acción para sanar, limpiar, soltar…lo que requiera cada herida.

El dolor solo duele.

Le tenemos más miedo a la posibilidad del dolor. Una y otra vez, tanto en mí misma como en mis clientes, observo que, cuanto más te acercas a todo eso que te da pánico y vas transitándolo, más manejable se hace.

Según mi experiencia, lo que más estragos causa es vivir la vida huyendo del dolor, del dolor interno.

“El mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón”

Mario Benedetti

Muchas veces, hace falta que “se rompa nuestro corazón” para que salga lo que tenga que salir y entra lo que tenga que entrar.

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