Coaching Espiritual – Para qué la inteligencia espiritual

Cabeza de Buddha en piedra, entre las raices de un árbol, imagen de Coaching Espiritual

Coaching Espiritual

Hoy por hoy, prácticamente todas las personas han leído o han oído hablar de la inteligencia emocional.

Daniel Goleman, considerado el padre de la inteligencia emocional, la describe así:

La capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos

Y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones.

La podemos definir como el conjunto de habilidades que permiten una mayor adaptabilidad de la persona ante los cambios.

Como coach emocional holística

Esta inteligencia es clave para mí y para el trabajo con mis clientes. Al mismo tiempo, hay otra inteligencia, menos conocida y trabajada: la inteligencia espiritual.

Pero Marisa, “se es inteligente o no se es inteligente, ¿no? Es más complejo que eso.

En 1983, el Dr.Howard Gardner, psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, publica la teoría de las inteligencias múltiples, un modelo de entendimiento de la mente.

La teoría de las Inteligencias Múltiples

Define la inteligencia no como un elemento unitario sino como un conjunto de diferentes capacidades específicas. Hoy por hoy, se hablan hasta de 13 inteligencias. Una de ellas, la inteligencia existencial y/o espiritual.

La inteligencia existencial

Es, como su mismo nombre indica, la capacidad de cuestionarse la existencia.

Las personas que la desarrollan son analíticas y filosofan sobre la vida, la muerte y la psicología humana.

“Marisa, tendrías que estudiar filosofía / ser psicóloga…” este tipo de comentarios me han acompañado toda la vida. Desde pequeña he cuestionado mi existencia y construía mis propias interpretaciones.

Con lo que nunca he comulgado han sido con las expresiones dogmáticas de la espiritualidad, como algo que es de una cierta manera, se tiene que hacer de una forma específica y que, además, excluye a otros en nombre de sí misma.

De pequeña, muchas expresiones religiosas en las que participé, las sentí rígidas, jerárquicas y donde faltaba calidez. Muchas veces, las sentí vacías, por ejemplo, al recitar una oración porque tocaba, no porque la sintieras.

Así que, durante muchos años, le di la espalda a lo que yo concebía como espiritualidad, que, para mí, era igual a religión.

Eso no quitó que siguiera buscando, cuestionando, filosofando, profundizando. Viajé por muchos países y viví por largos periodos en varios. Me empapé de diferentes religiones y filosofías, aun así, no acababa de comulgar con ninguna.

Ahora te voy a contar algo que no he contado en público hasta el día de hoy:

el día que se abrió la puerta de par en par (más tarde entendí que llevaba desde siempre ahí) a mi espiritualidad.

Fue hace unos 6 años, me habían dado el alta después de acabar en urgencias con un sistema nervioso destrozado. El dolor me impedía estar más de 10 minutos seguidos de pie, necesitaba tumbarme para respirar y lidiar con el dolor hasta que se estabilizaba. Al cabo del tiempo me levantaba y toda vuelta a empezar. Estuve así 2 meses.

Estando en la terraza, con muchísimo dolor, cierro los ojos y, de forma instintiva, sin pensar, me imagino un rayo de color naranja que calma el dolor y, al exhalar, visualizo una nube negra que se lleva el dolor.

Me ayuda.

Estoy en el suelo de la terraza tumbada y escucho un pájaro a lo lejos.

Cada vez lo escucho más y más cerca, tanto, que llega un momento en que siento que está muy cerca de mí. Abro los ojos y, para mi enorme sorpresa, tengo a un pájaro delante de mi, mirándome, piando sin parar y batiendo las alas.

Decir que me quedé estupefacta es poco. Al mismo tiempo, estaba tan pasada de vueltas de todo lo que llevaba a mis espaldas que dije:

“Mira, si esto es un mensaje, yo no lo pillo. Tendrás que ser más claro.”

Coge el pájaro y se va, le sigo con la mirada, desaparece detrás de un edificio y, al segundo, sale una bandada de pájaros volando y forman un dibujo que claramente distingo: un árbol.

Ese fue el principio de abrirme a la espiritualidad

A una espiritualidad personal, intransferible y libre de dogmas.

Te podría contar muchísimas anécdotas de cómo de significativo para mi era esa forma de árbol. Y lo clave que ha sido a la hora de realizar mi misión, lo que he venido a aportar. Pero ya se haría demasiado largo para este artículo.

Todos tenemos la capacidad de vivir plenamente nuestra espiritualidad, pero no todos sabemos cómo hacerlo. Lo mismo ocurre con la inteligencia emocional y con todas las inteligencias: desde donde estás, puedes desarrollarlas más profundamente para tu uso y disfrute.

¿Para qué sirve desarrollar la inteligencia espiritual?

Francesc Torralba, filósofo y escritor, habla de doce beneficios fundamentales en su libro Inteligencia Espiritual.  

Los beneficios que expone son: la creatividad, la profundidad en la mirada, la consciencia crítica y autocrítica, la calidad de las relaciones, la determinación, el sentido de los límites, el conocimiento de las posibilidades, la transparencia y la receptividad, el equilibrio interior, la vida como proyecto, la capacidad de sacrificio y la vivencia plena del ahora.

Si tuviera que elegir una sería la vivencia plena del ahora. ¿Sabes que se ha comprobado científicamente que más de la mitad de nuestros pensamientos diarios no solo son negativos y repetitivos, sino que están anclados en el pasado o preocupándose de un posible futuro?

Habiendo sufrido durante décadas ciclos de depresión y ansiedad, lo he comprobado de primera mano.

Ahora sé estar presente en el momento, ser observadora de mí misma y mis pensamientos, sin identificarme con ellos. Vivo sin tomarme lo que hacen o dicen los demás como algo personal, se me ocurren ideas creativas a problemas de los que, durante años (incluso décadas) decía: “es lo que hay (o lo que soy) y no se puede cambiar.”

Personalmente, desarrollar la inteligencia espiritual me ha aportado todos los beneficios nombrados arriba y lo mismo para mis clientes. Como me decía una clienta el otro día “es como si estuviera aprendiendo a vivir de nuevo… y hasta lo más mundano tiene otro color”

Te animo a que explores, seas escéptica/o y vivas tu propia experiencia. También puedes enviarme un correo electrónico a [email protected] y seguimos hablando.

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